Para qué sirve

Recordemos ahora nuestra infancia, tantas y tantas veces que nos hemos caído o nos hemos
golpeado con algo. En la mayoría de los casos había una madre o abuela justo a tiempo para
acariciarnos la zona afectada y, ¡oh sorpresa! El dolor remitía. Incluso en la edad adulta es
habitual, casi instintivo, llevarse una mano al lugar donde se ha recibido el golpe.

Pues bien. Eso no era un truco de magia, simplemente la energía de las manos actúa sobre
nosotros para calmar los dolores. Lo que ocurre es que, a la larga, esa energía se agota y puede
crearnos problemas serios si la utilizamos habitualmente. Reiki sin embargo es inagotable y
podemos recurrir a ella siempre que deseemos, siendo además sus efectos mucho más
intensos.
Aparte de todo esto, Reiki también se encarga de sanar la mente y el Espíritu. Debemos
entender el Reiki, además de como energía sanadora, como un estilo de vida ya que sólo
entonces disfrutaremos sus efectos completamente. Muchos al leer esto estaréis pensando en
algún tipo de secta o brujería. En este caso no es así, Reiki no nos compromete a nada,
simplemente es una herramienta. No implica que nuestra vida vaya a cambiar de un día para
otro, es un proceso pero eso no quita que sigamos siendo personas completamente normales.
Un maestro de Reiki no vive apartado del mundo, simplemente disfruta de él y a su vez camina
hacia otra dimensión pero siempre con los pies en la tierra.
Por eso desde aquí os animo a todos a ser “transistores” (o canales abiertos) y disfrutar de
ésta maravillosa energía del universo: Reiki

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